From: Oración Militante <oraciondelmilitante@gmail.com>
Date: jue., 18 abr. 2019 12:20
Subject: 19abril2019
To: Oración Militante <oraciondelmilitante@gmail.com>
19/04/2019, Viernes Santo
Lectura de la profecía de Isaías (52,13-53,12)
Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos corno ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién se preocupará de su estirpe? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores.
Salmo Responsorial (Sal 30, 2.6.12-13.15-16.17.25)
R. Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu.
A ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; tú, que eres justo, ponme a salvo.
A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás. R.
Soy la burla de todos mis enemigos, la irrisión de mis vecinos,
el espanto de mis conocidos; me ven por la calle, y escapan de mí.
Me han olvidado como a un muerto, me han desechado como a un cachorro inútil. R.
Pero yo confío en ti, Señor; te digo: «Tú eres mi Dios».
En tu mano están mis azares; líbrame de los enemigos que me persiguen. R.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia.
Sed fuertes y valientes de corazón, los que esperáis en el Señor. R.
Lectura de la carta a los Hebreos (4,14-16;5,7-9)
Hermanos: Ya que tenemos un sumo sacerdote grande que ha atravesado el cielo, Hijo de Dios, mantengamos firme la confesión de la fe. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo como nosotros, menos en el pecado. Por eso, comparezcamos confiados ante el trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia para un auxilio oportuno. Cristo, en efecto, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presento oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial. Y, aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que lo obedecen en autor de salvación eterna.
Pasión de Nuestro Señor según san Juan (18,1-19,42)
C. En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el que lo iba a entregar, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando una cohorte y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo: +. "¿A quién buscáis?" C. Le contestaron: S. "A Jesús, el Nazareno." C. Les dijo Jesús: +. "Yo soy." C. Estaba también con ellos Judas, el traidor. Al decirles: "Yo soy", retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez: +. "¿A quién buscáis?" C. Ellos dijeron: S. "A Jesús, el Nazareno." C. Jesús contestó: +. "Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a éstos." C. Y así se cumplió lo que había dicho: "No he perdido a ninguno de los que me diste." Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro: +. "Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?" C. La cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo». Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada portera dijo entonces a Pedro: S. "¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?" C. Él dijo: S. "No lo soy." C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de la doctrina. Jesús le contesto: +. "Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído de qué les he hablado. Ellos saben lo que yo he dicho" C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo: S. "¿Así contestas al sumo sacerdote?" C. Jesús respondió: +. "Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?" C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote. Simón Pedro estaba en pie, calentándose, y le dijeron: S. "¿No eres tú también de sus discípulos?" C. Él lo negó, diciendo: S. "No lo soy." C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo: S. "¿No te he visto yo con él en el huerto?" C. Pedro volvió a negar, y enseguida canto un gallo. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo: S. "¿Qué acusación presentáis contra este hombre?" C. Le contestaron: S. "Si éste no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos." C. Pilato les dijo: S. "Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley." C. Los judíos le dijeron: S. "No estamos autorizados para dar muerte a nadie." C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir. Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: S. "¿Eres tú el rey de los judíos?" C. Jesús le contestó: +. "¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?" C. Pilato replicó: S. "¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?" C. Jesús le contestó: +. "Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí." C. Pilato le dijo: S. "Entonces, ¿tú eres rey?" C. Jesús le contestó: +. "Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz." C. Pilato le dijo: S. "Y, ¿qué es la verdad?" C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo: S. "Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?" C. Volvieron a gritar: S. "A ése no, a Barrabás." C. El tal Barrabás era un bandido. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían: S. "¡Salve, rey de los judíos!" C. Y le daban bofetadas. Pilato salió otra vez afuera y les dijo: S. "Mirad, os lo saco afuera, para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa." C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo: S. "He aquí al hombre." C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron: S. "¡Crucifícalo, crucifícalo!" C. Pilato les dijo: S. "Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él." C. Los judíos le contestaron: S. "Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha hecho Hijo de Dios." C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más. Entró otra vez en el pretorio y dijo a Jesús: S. "¿De dónde eres tú?" C. Pero Jesús no le dio respuesta. Y Pilato le dijo: S. "¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?" C. Jesús le contestó: +. "No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor." C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban: S. "Si sueltas a ése, no eres amigo del César. Todo el que se hace rey está contra el César." C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el sitio que llaman "el Enlosado" (en hebreo Gábbata). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos: S. "He aquí a vuestro rey." C. Ellos gritaron: S. "¡Fuera, fuera; crucifícalo!" C. Pilato les dijo: S. "¿A vuestro rey voy a crucificar?" C. Contestaron los sumos sacerdotes: S. "No tenemos más rey que al César." C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos». Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: S. "No escribas: "El rey de los judíos", sino: "Éste ha dicho: Soy el rey de los judíos." C. Pilato les contestó: S. "Lo escrito, escrito está." C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba a abajo. Y se dijeron: S. "No la rasguemos, sino echemos a suerte, a ver a quién le toca." C. Así se cumplió la Escritura: "Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica". Esto hicieron los soldados. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto quería, dijo a su madre: +. "Mujer, ahí tienes a tu hijo." C. Luego, dijo al discípulo: +. "Ahí tienes a tu madre." C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura dijo: +. "Tengo sed." C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: +. "Está cumplido." C. E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu. (Todos se arrodillan, y se hace una pausa) C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran, Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura: «No le quebrarán un hueso»; y en otro lugar la Escritura dice: «Mirarán al que traspasaron». Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nícodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.
Viernes Santo – Puntos de oración
El amor madura en la prueba: la Cruz
La oración es amor activo y amor pasivo, que siempre busca a Dios, y se deja querer por Él, en todo misterio de la vida.
Hoy, viernes santo, es el día que los cristianos celebramos la Muerte de Jesús. Te animo que, en este rato de oración, donde te encuentres, te pongas delante de un crucifijo.
La sabiduría de la Cruz. En la Cruz se manifiesta el verdadero poder. Todo puede cambiarse con amor. La cruz es la expresión del amor de Dios a la humanidad entera, hasta donde no puede más. Pero es también recipiente que recoge las cruces de nuestra vida. Nuestro dolor y sufrimiento pueden no ser una maldición, sino que es posible que sean depositados en el corazón traspasado de Jesucristo. Es la sabiduría de la cruz, fuerza de Dios para los creyentes y expresión para todos donde está Dios en la historia: aquí contemplamos su gloria. La pasión es parte integrante de la Pascua, no se puede separar. Morir con Cristo para resucitar Cristo. Por eso se nos pide hoy salir de nuestro yo, vaciarnos para poder intuir este misterio de un Dios crucificado, expresión inefable de su amor por cada uno de nosotros.
Hoy, en los oficios, la Cruz es el centro de la celebración. La adoraremos.
No hay consagración, recibiremos la Eucaristía que se reservó ayer.
María, junto a la Cruz
Es doloroso ver morir a una madre. Pero debe ser más doloroso ver morir a un hijo, el fruto de sus entrañas. Eso es lo que vive María. Ella, en silencio recuerda todo lo que hizo... en silencio, en fe, con esperanza y sobre todo con mucho amor. Trata de identificarse con ella, acércate y ponte a su lado… calla y contempla. Ella es la imagen del dolor intenso y sereno.
En la Cruz, Jesús dijo: "He aquí a tu hijo", señalando a Juan, y en él a todos nosotros. ¡Madre de todos los hombres! Maternidad libre y disponible, desde el anuncio del ángel hasta la muerte y "muerte de cruz".
Mi madre nos decía muchas veces: 'en esta vida o te abrazas a la cruz o vives amargado'.
Si te ayuda recita la oración del "STABAT MATER" (Versión de Lope de Vega)
La Madre piadosa estaba junto a la cruz y lloraba mientras el Hijo pendía.
Cuya alma, triste y llorosa, traspasada y dolorosa, fiero cuchillo tenía.
¡Oh, cuán triste y cuán aflicta se vio la Madre bendita, de tantos tormentos llena!
Cuando triste contemplaba y dolorosa miraba del Hijo amado la pena.
Y ¿cuál hombre no llorara, si a la Madre contemplara de Cristo, en tanto dolor?
Y ¿quién no se entristeciera, Madre piadosa, si os viera sujeta a tanto rigor?
Por los pecados del mundo, vio a Jesús en tan profundo, tormento la dulce Madre.
Vio morir al Hijo amado, que rindió desamparado el espíritu a su Padre.
¡Oh dulce fuente de amor!, hazme sentir tu dolor para que llore contigo.
Y que, por mi Cristo amado, mi corazón abrasado más viva en él que conmigo.
Y, porque a amarle me anime, en mi corazón imprime las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora, divide conmigo ahora las que padeció por mí.
Hazme contigo llorar y de veras lastimar de sus penas mientras vivo.
Porque acompañar deseo en la cruz, donde le veo, tu corazón compasivo.
¡Virgen de vírgenes santas!, llore ya con ansias tantas, que el llanto dulce me sea.
Porque su pasión y muerte tenga en mi alma, de suerte que siempre sus penas vea.
Haz que su cruz me enamore y que en ella viva y more de mi fe y amor indicio.
Porque me inflame y encienda, y contigo me defienda en el día del juicio.
Haz que me ampare la muerte de Cristo, cuando en tan fuerte trance vida y alma estén.
Porque, cuando quede en calma el cuerpo, vaya mi alma a su eterna gloria. Amén.
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