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Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2014

Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino
mediante la debilidad y la pobreza

Por Rocío Lancho García

CIUDAD DEL VATICANO, 04 de febrero de 2014 (Zenit.org) - « Pues
conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo
rico, se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza »
Estas son las palabras del apóstol San Pablo que el Santo Padre
propone como referencia para la reflexión por la Cuaresma.

Palabras que "nos dicen cuál es el estilo de Dios. Dios no se revela
mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad
y la pobreza". Francisco recuerda que Cristo se hizo pobre, se acercó
a cada uno de nosotros, se desnudó, se "vació" para ser en todo
semejante a nosotros. Y la razón de todo esto es "el amor divino, un
amor que es gracia, generosidad, deseo de proximidad, y que no duda en
darse y sacrificarse por las criaturas a las que ama". Porque "la
caridad, el amor es compartir en todo la suerte del amado" y "el amor
nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las
distancias". De este modo, el Papa indica que "la finalidad de Jesús
al hacerse pobre no es la pobreza en sí misma, para enriqueceros con
su pobreza". Por este motivo, "Dios no hizo caer sobre nosotros la
salvación desde lo alto, como la limosna de quien da parte de lo que
para él es superfluo con aparente piedad filantrópica". El Pontífice
recuerda en este mensaje que Jesús se hizo bautizar para estar en
medio de la gente y "cargar con el peso de nuestros pecados".

Y esta pobreza con la que Jesús nos libera y enriquece - observa el
Santo Padre - es su "modo de amarnos, de estar cerca de nosotros, como
el buen samaritano". Es más, "lo que nos da verdadera libertad,
verdadera salvación y verdadera felicidad es su amor lleno de
compasión, de ternura, que quiere compartir con nosotros". En este
punto, Francisco subraya que "la pobreza de Cristo es la mayor
riqueza: la riqueza de Jesús es su confianza ilimitada en Dios Padre"

Tras reflexionar sobre la pobreza de Jesús, Francisco invita a pensar
en nuestro propio camino. "En toda época y en todo lugar, Dios sigue
salvando a los hombres y salvando el mundo mediante la pobreza de
Cristo, el cual se hace pobre en los Sacramentos, en la Palabra y en
su Iglesia, que es un pueblo de pobres", afirma el Pontífice. Asimismo
recuerda que "los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de
los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y a realizar obras
concretas a fin de aliviarlas". Observa además que "la miseria es la
pobreza sin confianza, sin solidaridad, sin esperanza".

Francisco señala tres tipos de miseria: la miseria material, la
miseria moral y la miseria espiritual.

En primer lugar habla de la miseria material, la que habitualmente
llamamos pobreza y "toca a cuantos viven en una condición que no es
digna de la persona humana". Frente a esta miseria "la Iglesia ofrece
su servicio, su diaconía, para responder a las necesidades y curar
estas heridas que desfiguran el rostro de la humanidad". Por ello,
"nuestros esfuerzos se orientan asimismo a encontrar el modo de que
cesen en el mundo las violaciones de la dignidad humana, las
discriminaciones y los abusos"

En segundo lugar está la miseria moral, es decir "convertirse en
esclavos del vicio y del pecado". Y habla de las personas que "han
perdido el sentido de la vida, están privadas de perspectivas para el
futuro y han perdido la esperanza" Y también hace referencia a las
"personas se ven obligadas a vivir esta miseria por condiciones
sociales injustas, por falta de un trabajo, lo cual les priva de la
dignidad que da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto
de los derechos a la educación y la salud". En estos casos, Francisco
afirma que la miseria moral bien podría llamarse casi "suicidio
incipiente".

Y finalmente habla de la miseria espiritual, la "que nos golpea
cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor". El Santo Padre
advierte que "si consideramos que no necesitamos a Dios", "nos
encaminamos por un camino de fracaso". Porque "Dios es el único que
verdaderamente salva y libera".

Recordando que en cada ambiente el cristiano está llamado a llevar el
anuncio liberador de que existe el perdón del mal cometido, Francisco
afirma que "es hermoso experimentar la alegría de extender esta buena
nueva, de compartir el tesoro que se nos ha confiado, para consolar
los corazones afligidos y dar esperanza a tantos hermanos y hermanas
sumidos en el vacío".

Para concluir, el Pontífice nos recuerda que la Cuaresma "es un tiempo
adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué
podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra
pobreza". Asimismo señala que la "verdadera pobreza duele" y advierte
"desconfío de la limosna que no cuesta y no duele"
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