Memorias de un convertido
Mi nombre es Juan Llorente Guerra, natural de santa Cruz del Retamar
(Toledo), hijo de Emiliano Llorente y Obdulia Guerra, católicos y
ambos difuntos. Pertenezco a la Congregación de la Pasión y muerte de
Nuestro Señor Jesucristo, fundada por San Pablo de la Cruz, uno de los
místicos y maestro de vida espiritual más grande del siglo XVIII
italiano. El Espíritu Santo suscitó en nuestro fundador el carisma de
hacer "memoria de la Pasión y muerte de Nuestro Señor Jesucristo"
porque es "la Obra más grande y estupenda del amor misericordioso de
Dios" y su olvido la causa de tantos males en el mundo y por eso
nosotros los pasionistas procuramos hacer esta "memoria" con el
testimonio de vida y en nuestro apostolado.
Ingresé en el Instituto el día de San Mateo, 21 de septiembre de 1986
y fue ordenado de Presbítero en la Iglesia de Santa Gema, Madrid, un
primer sábado de mes, el 5 de septiembre del 1992 por manos de
Monseñor Jesús López de Lama, c. p. Si soy sacerdote es por la gran
misericordia de Dios y sin lugar a dudas por la intercesión de la
Santísima Virgen María, Madre de Cristo y Madre nuestra. Creo que mi
conversión y mi vocación al sacerdocio lo debo también a la Milicia y
Cruzada de Santa María, fundada por el Sirvo de Dios Tomás Morales,
sj.
Entré en contacto con este Instituto en la Vigilia de la Inmaculada
del año 1981, cuando fui invitado por mi padre (q.e.p.d.) que iba con
un amigo de nuestro pueblo, Emiliano y su hijo Pedro, (hoy también
hermano pasionista) a participar de la misma. Recuerdo que después de
rezar el santo Rosario nos predicó Abelardo de Arma, que entonces era
el Superior Mayor de la Cruzada de Santa María. Era la primera vez que
oía predicar a un laico consagrado. Debo reconocer que me impactaron
sus palabras. Acto seguido me confesé y experimenté una gran alegría
pues la verdad es que llevaba varios años sin confesarme y comulgué en
la Santa Misa presidida por el Cardenal de Madrid, entonces era
Tarancon.
Recuerdo que algunos días después en la librería San Pablo fui
acompañado de Pedro y allí nos encontramos con José Luis Pareja,
empleado del Banco Urquijo, ex cruzado. Después de saludarnos, hablar
del banco y de la Milicia le comenté que me había encantado la
predicación de Abelardo en la Basílica de la Merced. Acto seguido me
invitó a que participara en la próxima tanda de Ejercicios
Espirituales que daría Abelardo. Poco tiempo después me llegó una
octavilla en "papel cuché" en el fondo estaba la figura del gran Papa
Juan Pablo II con los brazos abiertos con frases que decían: "Sólo el
conocimiento de Jesucristo puede frenar las pasiones del hombre, puede
dar sentido a tu vida y colmar el ansia de felicidad que tiene el
corazón humano".
Estas frases golpearon mi alma que estaba vacía e inquieta. Me
entreviste con Abe lardo y le manifesté mis deseos de hacer E.E. con
la Milicia y recuerdo que él me contestó que la tanda estaba prevista
para jóvenes de 16 a 24 años y yo tenía 30 ya cumplidos. Por lo cual
me aconsejó que debido a mi edad los hiciera mejor con los Reparadores
de Pozuelo de Alarcón. Le respondí que era empleado del Banco de
Santander (trabajé desde 1976 a 1986) y que ya había conseguido del
Interventor de mi Agencia el permiso para hacerlos y añadí: "de veras
que lo siento pues mi gozo en un pozo". Yo creo que este argumento le
hizo cambiar de opinión y al final me invitó a participar con la tanda
de jóvenes del 2 al 4 de abril de 1982, en los días previos a la
Semana Santa, fecha que nunca olvidaré.
Los E.E. los hice en Las Esclavas, en la C/Arturo Soria de Madrid. Yo
creo que después del Bautismo y 1ª comunión fue lo más importante que
hice en mi vida. Empezamos cantando el Veni Creator, fue la primera
vez que escuché este bellísimo canto. Abelardo antes que comenzar las
meditaciones dio unas normas de comportamiento y a continuación creo
que empezó hablar del bien que han hecho y están haciendo los E.E.
compuestos por S. Ignacio de Loyola y que su fruto se ha visto por la
cantidad de conversiones que ha habido a lo largo de tanto tiempo. Nos
exigió durante toda la permanencia silencio absoluto: silencio de
oídos, silencio de ojos y silencio de corazón porque Dios habla al
corazón como dice el Profeta Oseas. Al principio fue duro pero al
final te alegras porque te habitúas. Allí oí más que nunca las
palabras oración, penitencia, mortificación, sacrificio, ayuno,
cilicio.
Abelardo nos dijo que los E.E. por sus 4 días intensos sería una
Escuela de aprendizaje que nos serviría para toda la vida. Nos
permitió solamente la Biblia, el Kempis y las Meditaciones de Santa
María un libro azul que todavía conservo. Creo que todas las
meditaciones y charlas fueron excelentes, pero las que más me
impresionaron fueron la de los novísimos: muerte, juicio, infierno,
cielo, la gravedad del pecado y la Pasión y Muerte de N.S. Jesucristo,
las dos banderas. Una palabra que me golpeaba era "eternidad".
Recuerdo que la noche siguiente a la meditación del pecado me desperté
llorando sin parar porque en un instante vi como una lista mis
numerosos y graves pecado cometidos a lo largo de mi vida pasada.
Sentía como un deseo de confesarme pues había recuperado la conciencia
de pecado y el temor de Dios que había perdido desde hacía bastantes
años.
Me identificaba con el salmo nº 50 compuesto por el Santo y Rey
Profeta David: "Contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad que
aborreces, Señor, lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Después
de hacer confesión general, lloré y lloré mucho, pero esta vez lloré
de emoción porqué me sentí perdonado por Dios que me abrazaba y me
quería, se repetía en mi la parábola del Hijo Pródigo. Experimenté una
paz y una alegría difícil de describir: me sentí amado por Dios. Fue
un gozo muy grande, una sensación de consolación espiritual nunca
vivida, fue más dulce que la miel. Me sentí el hombre más feliz del
mundo y esta experiencia duró varios meses. Quería morirme de amor.
Abelardo entre muchas cosas que nos dijo en los E.E. nos insistía en
la perseverancia y que para ello era necesario la oración, la
frecuencia de sacramentos y la consulta al director espiritual.
Recuerdo que empecé a asistir a los círculos los fines de semana en
c/Ecija donde los militantes exponían las dificultades que tenían en
el apostolado. Muchas de las veces que asistí estaban presentes los
cruzados Nicolás Arroyo, Mariano del Hoyo, Abelardo y el P. Morales.
Allí fue donde escuché por primera vez que la espiritualidad de la
Cruzada-Milicia estaba fundamentada sobre "tronco ignaciano y sabia
carmelitana". Colaboraba con militantes en repartir octavillas a la
salida de los Bancos, en recoger firmas para evitar que se suprimiese
la fiesta de la Inmaculada, etc.-. Por entonces conocí a Juan Luis
Benito y a Félix Blázquez (ex-empleado del Banco de Santander).
Conocí al P. Morales gracias a Félix. Fue una gracia de Dios
entrevistarme con el fundador de la Cruzada de Santa María. La 1ª que
me entrevisté me parecía muy serio, un poco frio o distante, pero esto
era apariencia y no realidad. Le abrí mi corazón y no se asustó de
cuanto le conté. Ya estaba acostumbrado a escuchar a pecadores
convertidos. Recuerdo que cuando le manifestaba mi inclinación a
cierto pecado grave me respondió: "¿sabes cómo se corrige eso?" –y
añadió- con Misa diaria, confesión frecuente y una buena dirección
espiritual. Consejos que nunca olvidaré y que traté de llevar a la
práctica. Creo que desde que hice los E.E. hasta hoy son pocos los
días que me quedé por oír la Misa cuando era empleado o por celebrarla
después de mi ordenación. Por la gracia de Dios se pueden contar con
los dedos de una mano.
Aunque tenía mi director espiritual en mi parroquia, no obstante tuve
varias entrevistas más con el P. Morales, una de ellas era para
mostrarle una fotografía donde estaba él con un grupo de ejercitantes,
casi todos empleados de la Banca, entre ellos estaba mi padre
(q.e.p.d.). Fue una tanda de E.E. del año 1947 y le dio mucha alegría
porque no la tenía y después la publicaron en la Revista Hágase Estar.
Creo que esta ocasión me gané su confianza y como me dijo que volviera
cuando quisiera pues recurrí a él en otras circunstancias, sobre todo
en momentos de turbación, de decisiones difíciles de descernimiento
cuando empecé a estudiar la Teología y seguía trabajando en el Banco .
Fue el Espíritu Santo quien me puso este instrumento cuando más lo
necesitaba. Sus palabras me daban paz y seguridad. Era todo oídos
cuando me aconsejaba.
Una cosa que deseé del P. Morales es que hubiera estado presente en
mi ordenación sacerdotal. A la invitación que le envié me contestó
para decirme que le era imposible porque en esa fecha tenia E.E. con
los Cruzados pero que me tendría muy presente ese día en la Santa
Misa.
Como el Padre me ayudó en vida y dice el refrán "que amor con amor
se paga" pues ahora trato de ayudarle después de su muerte. En primer
lugar con el testimonio que envié en el proceso de beatificación y
canonización durante mi permanencia en la Ciudad eterna del ya Siervo
de Dios y también colaborando en las medidas de mis posibilidades en
el apostolado de los Cruzados-as de Santa María, pues en Roma tuve la
oportunidad de conocer a Fernando Martín, actual Mayor de la Cruzada
junto con Mariano del Hoyo y posteriormente a María Victoria la
postuladora de la causa de beatificación del Siervo de Dios y en la
actualidad con las Cruzadas de Santa María de Santiago de Chile donde
ahora estoy destinado.
Creo que los E.E. de San Ignacio han sido, son y serán un método
muy eficaz para que el hombre experimente el amor que Dios le tiene y
descubra a Jesucristo, lo ame y lo sirva en la tierra en el estado en
que se encuentre para que sea feliz por toda la eternidad en el Cielo.
Concluyo diciendo que Abelardo de Armas, instrumento del Espíritu
Santo, Superior Mayor por tantos años y "alma de la Milicia-Cruzada",
ahora enfermo de alzheimer sigue conquistando almas para Cristo como
lo hizo durante tantos años en las diversas tantas de E.E. predicadas
a tantos jóvenes de la geografía española. Por algo decía el Sirvo de
Dios P. Morales "que sin Abelardo y sin Lidya la Cruzada no hubiera
salido adelante".
Que todo sea para mayor gloria de Dios. Concluyo este testimonio en
Santiago de Chile 17 de febrero del 2010, miércoles de ceniza y 80
cumpleaños de Abelardo de Armas.
Juan Llorente, c.p.

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