Benedicto XVI comentó en la Audiencia General los últimos sucesos de
difusión ilícita de documentos vaticanos
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 31 mayo 2012 (ZENIT.org).- En un gesto de
cercanía, confianza y transparencia, Benedicto XVI se refirió este
miércoles, durante la Audiencia General, en lengua italiana, a los
sucesos de difusión ilícita de documentos vaticanos que han llevado a
la detención de su ayuda de cámara.
"Los acontecimientos sucedidos en estos días --dijo el papa--,
respecto a la Curia y mis colaboradores, han producido tristeza en mi
corazón, pero no se ha ofuscado nunca la firme certeza de que, a pesar
de la debilidad del hombre, las dificultades y las pruebas, la Iglesia
es guiada por el Espíritu Santo y el Señor nunca le hará faltar su
ayuda para sostenerla en su camino".
Benedicto XVI ha comentado luego la actuación de algunos medios de
comunicación: "Se han multiplicado, sin embargo, ilaciones,
amplificadas por algunos medios de comunicación, totalmente gratuitas
y que han ido mucho más allá de los hechos, ofreciendo una imagen de
la Santa Sede que no responde a la realidad".
Por último, el papa ha expresado, por ello, su deseo de "renovar mi
confianza y mi ánimo a mis más estrechos colaboradores y a todos
aquellos que, cotidianamente, con fidelidad, espíritu de sacrificio y
en el silencio, me ayudan en el cumplimiento de mi ministerio".
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Las cartas robadas al papa
Entrevista de 'L'Osservatore Romano' al sustituto de la Secretaría de
Estado, monseñor Becciu
CIUDAD DEL VATICANO, 31 mayo 2012 (ZENIT.org).- El asunto de las
cartas robadas al papa, presuntamente por su ayuda de cámara, que está
detenido, es el objeto de una entrevista con el sustituto de la
Secretaría de Estado que publicaba este miércoles el diario vaticano
L'Osservatore Romano.
El arzobispo Becciu afirma que ha visto al santo padre "dolido,
porque, por lo que ha podido verse hasta ahora, alguien cercano a él
parece responsable de comportamientos injustificables desde cualquier
punto de vista. Cierto, en el papa prevalece la piedad por la persona
implicada. Pero queda el hecho de que ha sufrido una acción brutal:
Benedicto XVI ha visto publicadas cartas robadas de su casa, cartas
que no son simple correspondencia privada, sino informaciones,
reflexiones, manifestaciones de conciencia, incluso desahogos que ha
recibido únicamente en razón de su ministerio. También por eso el
pontífice está particularmente dolido, por la violencia que han
sufrido los autores de las cartas o los escritos dirigidos a él".
Según monseñor Becciu, la publicación de estos documentos es "un acto
inmoral de inaudita gravedad. Sobre todo porque no se trata únicamente
de una violación, ya en sí misma gravísima, de la reserva a la que
cualquiera tiene derecho, sino también de un vil ultraje a la relación
de confianza entre Benedicto XVI y quien se dirige a él, también para
expresar en conciencia una protesta. No se han robado simplemente
algunas cartas al Papa, se ha violentado la conciencia de quien se ha
dirigido a él como al Vicario de Cristo, y se ha atentado al
ministerio del Sucesor del Apóstol Pedro".
Afirma que no se puede tratar de justificar la publicación de las
cartas con una pretensión de transparencia y reforma de la Iglesia: no
es lícito robar ni aceptar lo que otros han robado. "Son principios
simples, quizá demasiado simples para algunos, pero lo cierto es que
cuando alguien los abandona, se pierde fácilmente y lleva también a
los demás a la ruina. No puede haber renovación que pisotee la ley
moral, quizá basándose en que el fin justifica los medios, un
principio que además no es cristiano".
Algunos de los artículos publicados por la prensa en estos días
insisten en que las cartas robadas revelan un mundo turbio dentro de
los muros del Vaticano. Monseñor Angelo Becciu señala al respecto que
"por una parte, acusan a la Iglesia de gobernar de modo absolutista;
por otra, se escandalizan de que algunos, escribiendo al papa,
expresen ideas o quejas sobre la organización del gobierno mismo. Los
documentos publicados no revelan luchas o venganzas, sino esa libertad
de pensamiento que, en cambio, se dice que la Iglesia no permite. (…)
Los diversos puntos de vista, incluso las valoraciones contrastantes,
son más bien normales. Si alguien se siente incomprendido, tiene todo
el derecho de dirigirse al Pontífice. ¿Dónde está el escándalo?
Obediencia no significa renunciar a tener un juicio propio, sino
manifestar con sinceridad y hasta el fondo el propio parecer, para
luego aceptar la decisión del superior. Y no por cálculo, sino por
adhesión a la Iglesia querida por Cristo".
En cuanto a la imagen del Vaticano que se está transmitiendo estos
días, el arzobispo afirma que siente mucho que esté tan deformada,
pero que "ello nos debe hacer reflexionar y estimularnos a todos
nosotros a esforzarnos a fondo para hacer que se vea una vida más
conforme con el Evangelio".
Por último, el arzobispo desea decir a los católicos que "en el Papa
no ha disminuido la serenidad que lo lleva a gobernar la Iglesia con
determinación y clarividencia. (…) Hagamos nuestra la parábola
evangélica que el papa Benedicto ha recordado hace poco: el viento se
abate sobre la casa, pero ésta no se derrumbará. El Señor la sostiene
y no habrá tempestades que puedan abatirla".