Jueves de la novena semana de Tiempo Ordinario – Puntos de oración
Me pongo en presencia de Dios. Le ofrezco este día. Puede que en algún
sitio se celebre la fiesta del Cuerpo de Cristo. Prepararnos para el
encuentro con Él en la Santa Misa. Recuerda aquello que antes
decíamos: Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves
Santo, Corpus Cristi y el día de la Ascensión.
Cristo en mi vida: un antes y un después. La palabra de Dios no está
encadenada. Lee despacio: haz memoria de Jesucristo, resucitado de
entre los muertos. Es doctrina segura: si morimos con él, viviremos
con él. Si perseveramos reinaremos con él.
SALMO: Señor enséñame tus caminos.
Medita con paz el evangelio. ¿Qué mandamiento es el primero de todos?
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con
toda tu mente y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo. Al
final termina Jesús diciendo "No estás lejos del reino de Dios". Y
nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Cuántas veces nos preguntamos si amo Dios y al prójimo. Lo tenemos
bien claro en los mandamientos. Estos diez mandamientos se encierran
en dos: amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno
mismo. Ese ha sido el ejemplo de los santos. Tomaban la fuerza de Dios
para amar al prójimo. Y veían a Dios en el prójimo.
¿Cómo puedo amar a Dios sino le veo? Teniendo en cuenta que se te hace
presente en el prójimo.
La Iglesia nos pone ejemplos cercanos. La beata Ana de San Bartolomé
es uno de ellos. Cuenta ella misma que desde pequeña (cuando casi no
sabía hablar ni entender) ya tenía un gran miedo al pecado y una gran
pena por si podía perder la gracia de Dios. A los diez años quedó
huérfana y sus hermanos mayores le encargaron cuidar ovejitas. Lo
hacía con gran cariño y entrega. Se cuenta que se le aparecía el Niño
Jesús y que pasaba ratos deliciosos jugando con él como si tal cosa.
"En todas partes se me mostraba el Niño Jesús y parecía que crecía
conmigo". Esto le ayudaba a vivir continuamente en la presencia de
Dios y a llevar una vida de intensa vida de oración y de alta
contemplación. Cuando cumplió 21 años su familia le animaba a que se
casara. Ella se resistía y tanto la insistían que se había consagrado
al servicio del Señor. Tanto y con tantas razones la empujaban a
formar un hogar que casi estuvo a punto de ceder si se encontraba con
"un joven muy santo muy rico, muy agradable y que le ayudase a servir
mejor al Señor". Mientras esto pensaba, se le apareció aquel Niño de
hacia años, ahora ya en edad juvenil, mientras le decía al oído: "Yo
soy el que tú quieres y conmigo te has de casar"; y desapareció.
Conoció a Santa Teresa de Jesús. Un hermano suyo quiso impedirlo y
hasta casi le atravesó una espada para obstaculizar su ingreso en el
Carmelo pero por fin todos cedieron y el 1 de noviembre de 1570
ingresaba en al orden de Santa Teresa.
La Santa, para probarla en la humildad, hace como que no se da cuenta
de las maravillas que el Señor obra en su hija predilecta y le ordena
se entregue en humildes oficios: portera, cocinera, enfermera y le
hace su misma "secretaria" y ella, que apenas sabía leer ni escribir,
lo hace de modo maravilloso. Ana será quien reciba su último suspiro
en Alba de Tormes el 4 de octubre de 1582. Ana extenderá el Carmelo en
Francia y Flandes. Trabajó siempre mucho por la Iglesia y por la
salvación de las almas. Le había dicho al Señor: "Señor, cuando me
llevéis, que sea sin ruido".
Estate atento en la oración para que veas que te pide. Como estamos en
el mes del Corazón de Jesús recuerda aquella. "Sagrado de Corazón de
Jesús, en ti confío" ¡Yo puedo tan poco!

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