ABELARDO DE ARMAS
En el siglo pasado hubo cantidad de fundaciones religiosas. También un Jesuita el padre Morales, en proceso de beatificación, inspirado por el Espíritu Santo fundó "los Cruzados de Santa María y la Milicia de Santa María" en su rama masculina y femenina.
Abelardo de Armas era un joven despistado, como tantos otros, que en unos Ejercicios Espirituales, dirigidos por el Padre Tomás Morales, donde fue por una apuesta, se encontró con Cristo y dejando toda su vida anterior se dedicó a ser Santo. Un líder de los jóvenes, un seglar enamorado de Dios, de la vida, de la alegría que quiso contagiar a la juventud para que vivieran felices en un clima sano y responsable.
Y al contacto con Cristo e impulsado por el Padre Morales, aquel diamante en bruto, se convertiría en un brillante de muchos quilates cuyo destello sería el faro de muchachos y muchachos para llevarlos a Dios a través de doscientas tandas de Ejercicios Espirituales que él dirigía. Ejercicios Ignacianos serios, exigentes porque sabía que a los chicos si se les pide poco no dan nada y en cambio si se les exige mucho se esfuerzan con entusiasmo y llegan a cotas insospechadas.
Uno de mis hijos casado los conoció a la edad de 14 años y con otros amigos iban todas las tardes después de clase, a la Residencia que tienen aquí en Zamora, a estudiar, les explicaban lo que no entendían y los domingos –entonces no habían fines de semana- jugaban al fútbol, marchas, meriendas. En el verano se iban a Gredos de campamento tan ilusionados. Como cosa extraordinaria participaban muy activamente en la Vigilia de la Inmaculada en el Rosario de la Aurora y hoy todavía cierro los ojos y como entonces, desde el mirador veo a mi hijo de 14 años bajar la calle hasta doblar la esquina con dirección a la plaza mayor donde a las 6´30 de la mañana arrancaba el Rosario.
Gracias, Cruzados de Santa María, por la formación que le disteis, gracias porque en esa edad tan difícil de la adolescencia nunca supimos lo que era un disgusto y aquella herencia vuestra le dura a través de los años.
Y a ti Abelardo, tú que has dado tanto a infinidad de familias, a quienes les has regalado lo mejor: unos hijos ejemplares llenos de Dios, con ese fuego en el corazón que tiene el tuyo.
Mi agradecimiento colmado de afecto ¡Has valido tanto! No solo en el plano espiritual si no humano lleno de alegría con tu montón de chistes siempre blancos graciosos y más graciosos contados por ti, y esa voz prodigiosa de cantautor deleitando a tus jóvenes.
Hoy en tu homenaje y enfermo con alzheimer, desde esos jardines de Rosales donde paseas, siempre acompañado, mirarás a lo alto y divisarás allá en el cielo, tu mansión, aquella que te tiene preparada el Señor de toda tu vida.
María Luisa Temprano.