NO PERDER LA CALMA
Día 1 de enero del 2012. Voy a tomar café con un amigo a casa de mi familia. Después de visitarme, mi amigo me pide que lo acompañe al centro APRA a ver a una Madre que se encuentra en una casa de acogida. Mientras dura la visita aprovecho para repostar gasolina en una estación de servicio. (Al día siguiente tendríamos que salir temprano con dirección a Madrid. Mi amigo viajaba a Perú. La idea era poder oír la Santa Misa, desayunar y marcharnos.) Luego de repostar gasolina, me dispuse a lavar el coche y a limpiarlo. Después, acudí a recoger a mi amigo. Hablamos un rato con
Ya en el coche, éste marchaba mal. Mira, mi amigo, el ticket de la compra y venta de gasolina. ¡Menuda la he armado! Podemos encontrar un lugar para aparcar el coche. Trato de llamar a la grúa. ¿Cómo podemos arreglarlo? Mi amigo decide marcharse por otro medio. Yo hablo con un amigo para ver si puede arreglar el coche; pero hasta el lunes, día 2, no puede. Llamo a la grúa. Me dicen que en 40 min llegará. Trato de ofrecer mi mal momento; pues si uno lo piensa, es para llenarse de impotencia. Trato de mantener la calma. Comienzo a rezar el Rosario. Es el primer día del año. ¡Cuántas personas necesitan nuestras oraciones! De vez en cuando pienso: «¡Pero qué tontería he cometido!». En fin, Santa María Madre de Dios. Termino el Rosario, ¡hace frió! Escucho algunas noticias, y después de casi hora y media llega la grúa. Hablo con un amigo y llevamos el coche a su taller a las 11 de la noche. Ya termina el primer día del año. Gracias, Señor, porque hoy muchas personas no han tenido lo suficiente, y yo te he podido ofrecer no perder la calma ante el mal momento vivido, que quisiera que no me hubiese sucedido. Mi amigo me tiene el coche al día siguiente. Todo se arregló con 100 y bastante paciencia.
Muchas gracias, Señor, por ayudarme a mantener la calma y por permitirme ofrecer el momento difícil que viví el primer día del año.
Juan Luis Benito Rodríguez
2 de enero del 2012